martes, 8 de junio de 2021

Coprológica o el cuento sobre los desechos de un dios en la tierra.

 

Aun cuando la bacinica era de plata y el cobertor de seda, es una verdad universal los excrementos humanos huelen igual, sea el excretor príncipe o mendigo. Aunque es notable que si la dieta de su majestad es ligeramente cambiada hacia el mayor consumo de legumbres no solo el color y la consistencia cambiaran, también el olor se volverá menos penetrante, aunque hemos tenido un par de consejos polémicos entre el médico, el cocinero y el astrologo, éste último insiste en lo innecesario de alejar a su majestad de sus amados chocolates o café, ya que es su temperamento de signo de tierra quien causa la fetidez no la dieta, son los astros algo que no puede más que aceptarse.

Anotaciones del gran visir.

 

I

Mis sábanas son deliciosas, cómodas, suaves y olorosas. Desprenderse de tan grandiosa cama es una pena incluso para un sátrapa tan majestuoso como yo. En unos minutos entraran todos mis cortesanos y sirvientes luego me llenaran de adulación junto a expresivos deseos de bienestar, algunos se excederán, me molestaran. como siempre los tolerare solo porque sé que el amor y la devoción por los seres superiores no se pueden contener en los pechos de las más viles criaturas. Pero si alguno no desea que mi día sea largo y longevo va a tener que lamentarse mucho para convérseme que no lo destroce por completo.

Porque eso es algo que puedo hacer, destruir la vida de cualquiera hombre o mujer, muchos solo desean que la decisión sea radical y sin ningún vicio de diversión o resentimiento, desean morir rápido, si algún día llegan a merecerlo. Porque no han sido pocas las veces en que he decidido que la muerte será un premio una solicitud expresa y un regalo de misericordia para aquellos que se tornan poco menos que amorosos y reverenciales ante mi presencia.

No es crueldad, es que todos deben aprender sobre mi supremo poder, debo demostrarles que no solo disfruto de majares dulces o almohadas suaves, también de sus caras, incapaces de conmoverse con mi magnificencia pero que, si se conmueven ante el dolor, es verlos tan humanos desde mi trono es verlos redimirse por sus faltas y los perdono en verdad los perdono y pueden abandonar la tierra con toda tranquilidad que seré amable con sus almas, ya que me impidieron serlo con sus cuerpos.

Mientras los veo pienso en salomón entregando una de las mitades del bebé a cada mujer, no puedo evitar sonreír ante su tolerancia con las mujeres, yo no soporto verlas llorar o escucharlas gritar de dolor o placer, sus sonidos en general me repugnan, las prefiero silenciosas como estatuas perfectas.

Pronto vendrá el desayuno panes dulces y esponjosos, el medico había recomendado suspender la levadura o el azúcar, según decía el olor de mi materia fecal avisa sobre el exceso de estos productos, tampoco desea mantener en mi dieta la leche con miel o la carne de las jóvenes que tanto disfruto, note como su cabeza se hundía un poco más cuando menciono la carne, apuesto ahora que veo su cabeza sobre la pica que pensó que esa restricción fue la que genero nuestro pequeño malentendido pero el ingenuo me disgusto de otro modo, me apena que no supiese que la leche con miel es mi preferido.

Los encargados de mi limpieza personal son muy viejos, recuerdo sus rostros inexpresivos acompañándome desde mi infancia, esperan con paciencia que termine de evacuar mis intestinos, retiran la tinaja de plata y cubren su contenido para retirarse con él, he querido preguntarles sobre qué fin o uso les deparan a los desechos de un dios en la tierra, pero hablar de tales menesteres me parece indigno de mi condición.

La boca sigue doliéndome mucho, siguen las coartadas y se han caído varias muelas traseras. Problemas con mi dieta dicen, así que he llamado a mi cocinero preferido y le he demandado que no vaya a consentirme con azúcar excesiva, pero él que es siempre un hombre gracioso me dice que el azúcar solo puede consentir el paladar de su majestad, pero jamás envenenar su sacro cuerpo, es muy listo y ya ha pensado en hacer platillos más blandos para no molestar mis preciados dientes, por supuesto he estado de acuerdo con él, nunca puedo resistirme a abrazarle después de verle.

            II

Desde hace ya un tiempo he suspendido la entrada a mis aposentos de sirvientes, concubinas y cortesanos, en realidad ha sido consejo de mi visir, quien me ha hecho notar que no puedo seguir asesinando a todos en palacio. También he estado de acuerdo, pues el miércoles mientras paseaba por los ventanales note demasiados cuervos sobre las murallas atraídos por las cabezas de los más ineptos sirvientes que un sátrapa pueda sufrir. Gente obstinada en continuar con las deficiencias en su trabajo, ya que para ellos tan difícil es dejar de tomar lo que no les pertenece, el hambre no es una enfermedad que azote a mis tierras o a mi pueblo, todos son libres de alimentarse de lo que requieran cuando lo requieran, bien saben que la carne es un recurso casi inagotable en mis dominios.

Así que en verdad no comprendo porque las alhajas desaparecen, el oro y la plata permanecen, pero las esmeraldas no, los zafiros, perlas rubíes simplemente abandonan mis túnicas y sombreros. Ya nadie está a mi lado solo el visir, un hombre viejo al que amo como a un padre, a veces me reprocho estos sentimientos, ya que los dioses no tenemos padres somos un fenómeno de la naturaleza, imparables e indeterminados como el sol o el aire, solo nos posamos sobre la tierra con generosidad y omnipotencia.

Acaricio mi último collar de perlas, mientras el sueño cierra mis parpados, deseo inmensamente despertar y aun encontrado en mi cuello, ya que, si no es así tendré que disponer de la vida del pobre visir quien no solo carece de respuestas sobre mis preciosas gemas, también es el único que duerme cerca. Ahora me es incomoda la rutina del aseo diario, pues esos extraños traídos de las afueras se visten apropiadamente, pero a veces los veo hacer gestos por mis olores, parecen no agradecer el contacto con mi templo mortal y me enfado, lo cual no me lleva a nada pues mañana solo abran otros rostros desconocidos.

También mi dulce cocinero ha debido marcharse, lo he lamentado tanto, cuando su cabeza rodo sentí en mi pecho un pequeño punzón no lloro ni suplico, lo acepto se sabía culpable por mis dientes perdidos y mi lengua cortada, aun así me causo su ausencia un dolor profundo e intenso, para su cabeza no hubo una pica preferí ponerlo en una urna con aceites aromáticos y tenerlo junto a mi cama, así me haría compañía, es que desde que las joyas desaparecen también lo hacen las personas, pocos me hablan o me ven solo están allí esperando a que tome mi desayuno y termine mi aseo personal para desaparecer por los portones, dejándome sentado en mi trono en silencio con la cabeza de mi dulce cocinero como única compañía.

No deseo comer más, todos parecen muy interesados en que vaya al retrete, incluso han llegado a despertarme más temprano que osadía. Aunque no puedo negar que he quedado muy sorprendido de ver el sol afuera en la ventana iluminándolo todo incluso sin estar yo despierto. El visir dice que sucede con frecuencia, aunque yo solo veo en ellos otro síntoma de la impertinencia de todos contra mí.

Justo ayer sucedió un evento desagradable, ya es molesto que mi visir, el médico y el nuevo cocinero insistan en que debo cambiar mi dieta y abandonar la carne indigna de las jóvenes que ya no nacen bellas, ahora nacen con sus rostros marcados o con solo un ojo o una oreja, lo cual por supuesto me hace dar nauseas; pero la negativa a que salga a pasear por los alrededores por mi propio bien, como si estuviese enfermo es absurdo, ordene que me hicieran caravana al salir pero ahora sé que es mejor no hacerlo, vi sus rostros el de todos ellos, ancianos, mujeres deformadas y niños, antes solo veía sus cabezas inclinadas al paso de mis caballos, pero ayer vi sus ojos fijos que miraban los míos, fue tanto mi espanto que en el pecho de nuevo sentí un punzón, abrace la cabeza de mi dulce cocinero y le avise al visir que me sentía con nauseas, así que no volvería a dar vueltas en los alrededores, además era obvio que mis pobladores están en mal estado ya que sus espaldas y rodillas no se podían doblar como solían hacerlo, entonces hasta que ellos no recuperen su buena salud yo no saldría, no por temor a su condición, más bien por consideración a la pena y vergüenza que les debe causar no poder venerar el paso de su único dios.

Esa misma noche desee la compañía de una de mis esposas, pero el visir me ha informado que ya no quedan más, pues era más que obvio que ellas eran quienes robaban mis alhajas más brillantes. Prometió buscar nuevas en lejanas tierras pues las hijas de los pobladores y cortesanos nacen repulsivas. Así que le ordene al visir que fuese el mismo quien calentara mis sabanas y pusiera sus brazos alrededor de mi cuerpo mientras dormía.

Luego de esa noche su compañía era lo único que permanecía en mis aposentos, que ya no contaban con joyas o adornos de metales brillantes, mi boca ya no tenía dientes y los nuevos de oro que el visir había ordenado para mí no llegaban aun, decido no cortarle la cabeza por su evidente incompetencia porque la urna con la cabeza del querido cocinero también me había abandonado, fue incinerada entre moscas y gusanos.

III

A pesar de no contar con la autorización de mi médico y el visir Sali a caminar por los poblados, sentía que lo necesitaba pues hace ya mucho tiempo el sol no toca mi piel ni el aire recorría mi cabello. Con asombro he visto a los pobladores quienes al parecer han encontrado mucha prosperidad en mis tierras, sus ropas, casas e hijos se ven bien y alegres. Por mi parte yo no me siento o veo igual a ellos, mi templo mortal debe estar llegando a su fin, se lo he comentado al gran visir, quien me consuela explicándome que la vida mortal de los dioses no es muy larga, pero si completamente satisfactoria, así que he llegado a aceptarlo.

La verdad no creo lo que veo, al salir de nuevo a una caminata esta mañana he seguido al encargado de mis desechos después del aseo diario, siempre tuve la duda sobre el destino de mi materia, y ya que mi vida mortal parece agotarse pensé aclarar la pequeña duda, lo seguí con sigilo no doy crédito a lo que he presenciado.

El joven entro en uno de los grandes salones de palacio entre una multitud de súbditos cuyas vidas había decidido tomar hace mucho, pero allí estaban atentos a las manos enguantadas del encargado de la jofaina, quien las ha introducido sacando pequeñas alhajas que justo anoche estaban prendidas de mi bata de seda azul.

Todos parecían esperar su turno para tomar una de las joyas, incluso un pendiente del gran visir estaba allí, ellos abandonaban su reunión cuando el encargado de la jofaina aseguraba que ya no quedaba nada en el interior. Cerré la puerta y abandoné el salón pensando en que había una joya que no podían quitarme, corrí hasta mis aposentos y me puse el collar de perlas que era de mi madre. Luego Sali hacia el pueblo esperando encontrar una serpiente menos venenosa que mi visir.

Mientras estaba sentado con los pies dentro del arroyo y los peces acercándose a ellos acostumbrados a su presencia después de un par de horas, una mujer joven con sus dos orejas, ojos y sin marcas en la piel, tiro suavemente de mi collar de perlas mientras me decía que fuera a venderlo en las tierras lejanas que para eso lo enviaban del palacio, luego regresara con las ganancias y viviera cómodo y feliz junto a mi familia, como todos en mis dominios. Mientras ella se iba y los peces mordían mis dedos supe que hacían los mortales con los desechos de una divinidad como yo.

 

Fin.

 

 DAYANNE SOFIA LEON CARBALLO.

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